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La Navidad de José
¿Cómo se vive una Navidad en la sombra, sin ser protagonista, ocupando siempre un segundo plano al que apenas alguien presta atención?
Podemos adivinar, sin temor a equivocarnos, que el papel que jugó José en la primera Navidad de la Historia fue esencial. Y sin embargo, poco nos dicen de él los llamados evangelios de la infancia, Mateo y Lucas.
La humildad de este artesano que se sumó al proyecto de Dios de darnos Vida en abundancia, se impuso por encima de toda lógica humana, de cualquier afán de protagonismo, del menor atisbo de sobresalir o aparentar. De esta virtud de la humildad que encarna de maravilla San José, nos habla Padre Eladio. Nos invita a que forme parte de nuestra vida, en todos los tiempos, y de manera especial en Navidad, cuando contemplamos la humildad de un Dios que se hace Niño, de una mujer que se hace esclava y de un hombre que se hace modelo de sencillez y discreción.
“No consiste la verdadera humildad en creer que nada es, nada tiene, ni nada vale una persona, sino en que la persona crea que lo nada o poco que es, tiene y vale, no lo es, tiene y vale, por su propio mérito y virtud, sino por virtud y gracia de Dios, dador de todo bien.”
“La verdadera humildad es un alto conocimiento tranquilo y pacífico de nuestra propia miseria, de nuestra propia nada”.
“Aprendamos la lección de ser mansos y humildes de corazón para sentirnos llenos del Divino Amor”.
“El verdadero humilde dice siempre la verdad y cuantos bienes tiene, de naturaleza y de gracia, a Dios solo los refiere”.
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¡Qué más estrecho abrazo...!
“¿Qué más estrecho abrazo ni más íntimo beso que la unión personal del Verbo con la naturaleza humana?”
En estos tiempos en los que añoramos los besos y abrazos que antaño nos regalábamos tan despreocupadamente y sin ningún temor, nos suena a música celestial, y nunca mejor dicho, este precioso pensamiento de Padre Eladio. Navidad es precisamente esto: un estrecho abrazo de Dios a la Humanidad, un beso íntimo a cada ser humano que anhela la cercanía de quien puede llenar de sentido cada segundo de su existencia.
Abrazos y besos de un Dios que desea sanarnos de tantas rupturas con nosotros mismos, con los demás y con la naturaleza. Abrazos y besos de un Dios que desea ser luz para las incertidumbres más oscuras, aquellas que nos impiden caminar con firmeza y otear horizontes alcanzables.
Abrazos y besos de un Dios que desea recuperar nuestra infancia perdida, la magia de creer, de confiar, de esperar lo imposible. Abrazos y besos de un Dios que no desea más que vivamos en solidaria felicidad, siendo imagen de su Hogar Trinitario.
Cuando Dios se hizo carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre y piel de nuestra piel, la naturaleza humana alcanzó la plenitud divina, la belleza con que Dios nos soñó se hizo realidad y el Abrazo de quien es la Vida lo envolvió todo en el llanto frágil de un Niño.
Feliz Navidad
Artículo del Boletín nº93 de Diciembre. Leélo aquí.
Bendita tú entre las mujeres - Cuarto Domingo de Adviento
El Tiempo de Adviento nos urge, nos interpela, nos resitúa ante nosotros mismos para convertir aquellas zonas de nuestra vida que no brillan con suficiente luz en espacios de acogida para Dios y para el hermano.
María, la mujer que irradia la luz de Dios porque está llena de su presencia, siente la urgencia de llevar la alegre noticia a todos. Buena Noticia que se manifiesta en la solidaridad, compromiso y entrega con su prima Isabel, es decir, todos aquellos que anhelan palabras de esperanza.
El gran don, regalo que María lleva dentro no puede superarlo ningún cortiland del mundo, ni ninguna campaña de “marketing por navidad”. El gran regalo de la vida en plenitud es Dios-con-nosotros y para-nosotros que nos reorienta la mirada de la superficialidad y las luces de colores a la profundidad y el encuentro con el Dios-Amor en el otro, en el más necesitado, en el diferente.
El evangelio de hoy nos pone en salida. El Adviento es tiempo de salidas y encuentros. No porque sea la temática de los anuncios publicitarios de estas fechas, sino porque esa es la dinámica del Dios en el que creemos: un Dios Uno y Trinidad que se abaja, se acerca al hombre, sale a su encuentro, le busca para ofrecerle un regalo: Él mismo todo debilidad y todo divinidad.
De nosotros depende reconocerle y gritar llenos de alegría como Isabel: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
El encuentro profundo con el Dios-Comunión cambia toda la vida. ¿Cómo te estás preparando para acogerle en tu vida?
JST
¿Qué debemos hacer? III Semana de Adviento
¿Qué debemos hacer? Esta pregunta que aparece en el evangelio de este domingo nos delata. Tenemos que reconocer que nos hemos quedado un poco sin rumbo. Necesitamos una orientación.
Preguntarnos es un paso adelante, una llamada a cambiar, a transformar nuestras vidas.
¿Qué debemos hacer? Nuestra realidad nos urge a hacer algo, no nos deja pasivos. No son fáciles estas palabras. Se necesita valor para acogerlas.
Y el mismo evangelio nos da una clave de respuesta: “el que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo”. Es una invitación al cuidado y la preocupación por el pobre. ¿Qué debemos hacer ante tanta necesidad e injusticia? Preguntarnos es enfrentarnos a nuestra propia verdad. Y podemos respondernos desde la esencia de nuestra vida cristiana: compartir lo que tengo con el que no lo tiene, con los que lo necesitan. Cuidar de los que menos tienen.
De otro modo: contentarnos con lo que tenemos, no exigir. Saber vivir con poco. No crearnos necesidades añadidas. Final del formulario
Para cambiar el mundo hemos de cambiar nuestra vida: hacerla más responsable, solidaria y sensible a los que sufren. Hacerle contracorriente al consumismo y preguntarnos: ¿a quién beneficia lo que yo tengo? ¿A quién le ayudan mis recursos?
Comentario del Evangelio Lc.3, 10-18
Hna. Mª Jesús Garrido, JST
Preparad el Camino a la Vida. II Domingo de Adviento
En medio del adviento, viene Juan Bautista a despertarnos con su “Preparad”. Una pandemia interminable nos ha dejado aletargados e inactivos atacando de frente nuestra esperanza. Digamos que hemos perdido bastante capacidad de reacción. Pero Juan, en el evangelio de este Segundo domingo de Adviento, nos invita a la acción: “Preparad”.
Preparar el camino a Alguien que viene. Estamos seguros de que Jesús viene a este siglo nuestro, a esta tierra y realidad nuestra. Y viene asumiendo nuestra humanidad, nuestras fragilidades, depresiones, preguntas, miedos, deseos, vacíos, choques con la realidad, insatisfacciones, incertidumbres y falsas seguridades.
Preparar es anticipar algo. Gustar de la alegría, de la fiesta por anticipado. Es atesorar ilusión, encanto y gusto por la vida. En Adviento pasamos todos al estado de “buena esperanza”, porque la vida, Él que es la Vida, nos va a nacer de nuevo.
Alguien nos ayuda a despertarnos, a desperezarnos, a comprometernos, a poner al día nuestros valles, nuestros montes y colinas. Vamos a ver la salvación de Dios en medio de nuestra vida cotidiana. Prepararnos para saber ver su salvación que ya llega. Entrenar nuestra mirada para poder verlo en medio de nosotros es nuestra mayor alegría.
Hagamos sitio a Dios. Escuchemos la voz del Bautista en nuestros desiertos actuales. Que resuene su voz.
Vivimos en un mundo que va “por anticipado”. En el Black Friday compramos los juguetes de Reyes, con el frío de enero reservamos lugar para descansar en verano. ¿Por qué no vivir por anticipado el gran regalo de la Navidad durante las 4 semanas de adviento? Que la ilusión de que Él llega llene nuestras vidas de sentido.
Hna. Mª Jesús Garrido, JST
Levantaos, alzad la cabeza - Domingo I de Adviento.
En distintos momentos de la historia han sucedido cataclismos, fenómenos de la naturaleza agresivos, acontecimientos meteorológicos, guerras o tsunamis destructivos que han atemorizado y transformado el espacio vital en el que se asentaban algunos pueblos.
El hombre ha sentido entonces, temor ante lo venidero, por incierto, oscuro, e incomprensible y por experimentar la limitación propia, ante fuerzas y poderes que le sobrepasan.
Nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI ¿en qué situación nos encontramos? ¿Con miedo ante el futuro?. La pandemia nos ha descolocado, pero además con frecuencia las noticias nos informan de agujeros negros, cambio climático, explosión de estrellas, desaparición de especies animales y vegetales, del efecto invernadero, la contaminación etc…Es como si estuviéramos situados al borde de un precipicio.
En el evangelio de hoy, primer domingo de Adviento, Lucas nos coloca en un marco apocalíptico. El sol, la luna y las estrellas se muestran alteradas y amenazadoras y además se subraya “la angustia de las gentes”. La escenografía de hoy ha cambiado respecto al tiempo de Jesús, pero los sentimientos de temor y desamparo, no.
Sin embargo el núcleo central de este evangelio no es la catástrofe, ni el miedo, ni la destrucción. Es La Esperanza y La Alegría de La Liberación, de La Consumación Salvadora de todo lo creado en Cristo, El Señor, que como dice San Pablo “fortalece nuestros corazones” (Cfr. 1 Tes 3,13)
El texto contiene una imagen muy bella al tiempo que enérgica y alentadora: “levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”, es decir, no estéis temerosos, sacudiros el miedo, tenéis un futuro pletórico de gracia y de bienes. Es también una llamada al cambio, a trabajar en nuestro presente la esperanza en el futuro escatológico.
El Adviento es un tiempo sacramental. No nos prepara sólo para la Navidad, significa y realiza la esperanza que conforma toda la vida humana. Nos remite al fin de toda la historia y hasta ese momento el Adviento implica el trabajo y la vigilancia, el esfuerzo, la oración y la confianza con que esperamos el Reino de Dios.
Hna. Mª del Mar Cuesta, JST