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Las Hermanas Josefinas de la Santísima Trinidad han sido una luz de esperanza en Honduras desde su llegada en 1999, respondiendo con valentía y dedicación a las necesidades más apremiantes de las comunidades marginadas. Su historia se remonta al devastador huracán Mitch en 1998, cuando cuatro valientes hermanas se instalaron en la ciudad de Tegucigalpa, específicamente en La Travesía, una de las colonias más necesitadas y conflictivas.

Desde entonces, estas hermanas han encarnado el carisma de dar gloria a Dios Trinidad y vivir al estilo de la Familia de Nazaret, dedicándose incansablemente a la defensa y cuidado de la dignidad de cada persona que encuentran en su camino. Su trabajo pastoral comenzó vinculado a la parroquia Santos Arcángeles, donde rápidamente se integraron en la comunidad y se comprometieron con sus necesidades.

El compromiso con la atención médica primaria fue uno de los primeros pasos que dieron, inaugurando el Consultorio Médico Padre Eladio Mozas, en honor al fundador de su congregación. Sin embargo, su visión no se limitó únicamente a la salud física, sino que también respondieron a la necesidad urgente de atender a niños desnutridos y malnutridos. Así nació el Comedor Infantil San José, en el que proporcionan no solo comida diaria, sino también acompañamiento en el crecimiento humano y espiritual de alrededor de 100 niños.

La misión de las Hermanas Josefinas se expandió con el tiempo, llegando al pueblo de Valle de Ángeles, allí se enfrentaron a nuevos desafíos en educación y salud. Con un gran esfuerzo, establecieron el Consultorio Médico Padre Eladio Mozas, extendiendo sus servicios médicos y psicológicos a las comunidades cercanas y lejanas. Además, para abordar la necesidad de una educación integral católica, fundaron el colegio Santísima Trinidad, que abarca desde la etapa preescolar hasta la preparación para la universidad, brindando oportunidades educativas y evangelizadoras a jóvenes de la zona.

Pero su labor no se limita únicamente a la prestación de servicios, sino que también se extiende a la atención pastoral en parroquias locales y más allá, acompañando a personas en su fe y ayudando a los jóvenes a descubrir su vocación. En resumen, las Hermanas Josefinas de la Santísima Trinidad son verdaderas agentes de cambio y esperanza, cuyo legado de amor y servicio perdurará en las comunidades hondureñas por generaciones.

Las Hermanas Josefinas de la Santísima Trinidad estamos presentes en tierras mexicanas desde el año 1992. Desde ese entonces hasta ahora, hemos tratado de responder a los signos de los tiempos desde la mirada amorosa de Dios Trinidad. Actualmente, hay dos comunidades, una en Celaya, Guanajuato, y la otra en ciudad de México.

En la comunidad de Celaya, a través del Centro Nutricional acogemos a niños sin cuidados parentales. Es una misión llena de retos que interpela, que nos pone de cara ante una realidad herida por la violencia, la drogadicción, la pobreza y la indiferencia, en donde los niños son las víctimas inocentes. Esta misión se teje con muchas personas que colaboran de diferentes maneras con el único objetivo: que nuestros niños vivan felices, con ilusión, integrados. Sin lugar a dudas, hacemos familia con estos pequeños, todos los días del año, las 24 horas del día. Esto mismo nos lanza a colaborar con nuestra Iglesia y sociedad a través de la participación en distintas pastorales y en el ámbito universitario. Todo ello nos confirma, a las hermanas Josefinas de la Santísima Trinidad, que los dones que el Señor nos ha concedido son para compartirlos y sanar las heridas de nuestros hermanos.

En la Ciudad de México se encuentra la Casa de Formación Inicial para las jóvenes que, en América, desean ingresar a nuestro Instituto y conocer más de cerca nuestro estilo de vida. En la formación se favorece un proceso integral que permite a la joven descubrir el sueño que Dios tiene para ella. Por ello, además de conocer y vivenciar el carisma Josefino Trinitario, también se estudia en un Instituto Interreligioso de Formación, además de participar en diferentes apostolados que nos acercan a distintas realidades donde se atenta contra la dignidad humana.

Como signo de la universalidad del Carisma, las Hermanas Josefinas Trinitarias asumen el reto de la inculturación, para vivir y anunciar, en contacto con otras culturas, los auténticos valores del Evangelio.

Las Hermanas comparten la fe, la vida y los bienes en Chile, Perú, México, Honduras, India y El Salvador. Glorifican a Dios Trinidad, comprometiéndose en la promoción integral del hombre a través de:

  • Promoción de la salud
  • Educación
  • Planes de desarrollo
  • Pastoral y Catequesis

En 1954, se abre la primera comunidad en América, en concreto en Santiago de Chile. Dedicadas igual a la enseñanza, colaboraron en la educación en Chile trabajando con los Hermanos Maristas en el Colegio Alonso de Ercilla de la capital.

Después de distintas búsquedas tanto en la ciudad como en poblaciones cercanas a Santiago, consideran la oportunidad de contribuir al pueblo chileno desde sus propios colegios, aportando así su manera de entender la educación desde la acogida de Nazaret y al dignificación de la Trinidad.

Los tres colegios desde lo que evangelizan y educan según el carisma Josefino Trinitario son:
• Santiago: Colegio Josefino “Santísima Trinidad”, fundado en 1960.
• Isla de Maipo: Colegio Josefino “María Reina Inmaculada”, Centro técnico-profesional, fundado en 1964.
• La Serena: Colegio Josefino “Teresa Videla de González, fundado en 1981.

Todos ellos forman parte de la fundación Santísima Trinidad, perteneciente a la congregación, y el trabajo en red se hace patente en cada comunidad educativa, siendo sus realidades culturales y sociales muy distintas.

En los colegios de la fundación se educa en el desarrollo de las habilidades del siglo XXI, y en el compromiso con un proyecto de vida que impulse a los estudiantes a ser constructores de una sociedad más justa y solidaria, con énfasis en el cuidado del medio ambiente, en la creatividad e innovación, el pensamiento crítico y democrático, acompañados de buenos profesores y en colaboración con la familia, con actitud dialogante, responsables y comprometidos con el proyecto educativo institucional.

Todos los que componen los colegios de la Fundación quieren ser fieles a las raíces congregaciones, por eso se intenta vivir el Evangelio a la luz del Carisma J.T. y la espiritualidad de nuestro Fundador, Padre Eladio Mozas Santamera, en su dimensión de alabanza a Dios Trinidad e imitando los valores de la Sagrada Familia de Nazaret: alegría, sencillez, acogida, trabajo, oración, solidaridad.