Cuando miro a nuestro mundo y veo las situaciones tan diversas y complejas que se dan, descubro la gran actualidad de nuestro carisma Josefino-Trinitario. Un Carisma donde la gloria de Dios y la dignidad del hombre se dan la mano. Un carisma que nos invita a alabar al Dios de la vida acogiendo a todos y cada uno de sus hijos, sufriendo con todos y cada uno de sus hijos, luchando por todos y cada uno de sus hijos. No se puede alabar a Dios y a la vez olvidar al hombre, o peor aún, marginar y discriminar.
Nuestro Fundador bebió de las fuentes el Evangelio y vio en Jesús su modelo de conducta. Un Jesús que supo acoger al diferente, perdonar al pecador, levantar al caído, incluir y sentar en la mesa al excluido.
Seremos fieles a nuestro carisma si luchamos por la dignidad de todos los hombres, si gritamos que en Dios todos tenemos cabida, si sentamos en nuestra mesa al diferente, si ayudamos a caminar al que no puede, si traspasamos las barreras de la exclusión y mostramos al mundo la vedad de nuestro Dios. No importa el color, tampoco la orientación sexual, ni la raza, ni las creencias, ni los dones y carismas… En DIOS TODOS SOMOS HERMANOS Y EN DIOS TODOS somos hijos.
Hna. Conchi Castro, JST