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Quien acoge a un niño, a mí me acoge – Mc.9,30-37

quien acoge a un niño-josefinas trinitarias

Jesús asegura, en el evangelio de hoy, que el más grande, el primero, es el último de todos y quien está disponible para todos. En otras palabras, la verdadera grandeza se asemeja a la humildad y al servicio.  

Jesús elije a un niño y lo pone en medio, como parábola viviente que personifica lo que acaba de decir. Desprovisto de estatus social en tiempos de Jesús, el niño representa a los últimos, a quienes carecen del más mínimo signo de grandeza a los ojos de los seres humanos.

Con demasiada frecuencia sentimos que el impulso para dominar a otros es muy fuerte y no estamos dispuestos a servir desinteresadamente a nuestros prójimos. Preguntémonos cómo resuenan en nosotros/as estas palabras de Jesús. ¿Por qué tipo de grandeza trabajamos cada día? ¿Cuáles son los deseos más íntimos de nuestro corazón?

“Para el cristiano avanzar, progresar, significa rebajarse. Si no aprendemos esta regla cristiana, nunca seremos capaces de comprender el verdadero mensaje cristiano sobre el poder. Por tanto, progresar significa estar siempre al servicio. Y en la Iglesia el mayor es aquel que más sirve, el que está más al servicio del necesitado”. (Francisco, papa comentarios, Homilía, 21-05-2013)

Pidamos al Señor el don de saber cómo servirnos unos a otros.

Comentario del Evangelio, Mc.9, 30-37. Domingo XXV del Tiempo Ordinario. 

Hna. Karen Pinto, JST

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