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Gloria de Dios, DIGNIDAD DEL MIGRANTE

Comparto con mucha alegría nuestra experiencia de comunidad en nuestro barrio de Vallecas, específicamente en el Centro Pastoral de la Vicaría IV donde desarrollamos nuestra labor pastoral.

Nuestro contacto directo es con la gente migrante latina, en menor porcentaje marroquíes, subsaharianos y gitanos. Nuestra principal tarea es acoger a todo el que llega pidiendo ayuda, orientación, escucha. Canalizamos a la gente a las parroquias que trabajan con Cáritas.

En este tiempo fuerte de pandemia, Cáritas se ha visto con la demanda telefónica de gente pidiendo alimentos preparados. Así se crea el proyecto Carifood, (Cáritas comida) que atiende a personas y familias que no podían abastecerse del alimento diario por diversos motivos: enfermedad, cuarentena por Covid, desempleo, condiciones precarias de vivienda donde no hay cocina, nevera, o, siendo de uso común sufrían  robos de sus alimentos…  Estas condiciones no favorecen una vida digna, la persona se siente amenazada y frágil sobre lo más básico que es el pan diario, sin ir más allá de su situación laboral.  Y como hermanas Josefinas nos hicimos voluntarias de Cáritas porque esta iniciativa toca profundamente nuestro Carisma.

En mi experiencia de llevar el alimento a sus pisos, a sus hogares, he sido testigo de la zozobra, de la tristeza que asomaba sus rostros detrás de una sonrisa y un “gracias por traer la comida”, alguna que otra vergüenza de verse en esa situación. Ser testigo de la limitación física que va mermando la vida de la gente, por la edad, porque se ven que cada día les cuesta moverse, salir, que ya no se valen por sí mismas. Ha sido difícil.

¿Cómo hacer visible el amor de Dios? ¿Cómo ayudarles a abrirse a la confianza y recobrar su dignidad? Hay un dicho que dice: “no sólo haz el bien sino hazlo bien” y era mi lema de día en día. Con cariño, con alegría, con escucha atenta y un gesto de empatía, porque ni siquiera un abrazo y menos un beso para mostrarle lo que de verdad me nací hacer. No es solo acercarle la bolsa de comida y adiós… es acercarme con respeto y reverencia a su persona, a su historia que cada día contaban algo. Asimismo, siendo portavoz de otras necesidades que externaban y que había que atender, en la medida de lo posible.   

Otras personas se acercaban al Centro a recoger su bolsa de comida y era un poco la misma experiencia, la hermana Francisca los acogía a todos con cariño y escucha.

Junto a este proyecto colaboramos fuertemente como voluntarias en la parroquia San Pedro Regalado con el padre Wooby, repartiendo despensas dos veces al mes. Desde ir a Mercamadrid a recogerlos, montar todo en la furgoneta y luego descargar, acomodar y repartir. El lugar de reparto fue el atrio de la parroquia, que se transformaba en un mercado más del barrio. Los beneficiarios fueron migrantes. Actualmente la demanda se ha disparado a causa de la pandemia.   Sus carritos tratamos de llenarles también de buen trato de sonrisa y de dignidad.

No basta con dar alimentos, necesitamos que la gente se valga por sí misma, que salga adelante con sus esfuerzos, su creatividad, sus virtudes, con su trabajo. Por eso, seguimos dando pasos más significativos para que sean  independientes de estas ayudas. Cáritas estudia la situación de cada familia para que su acción caritativa sea integral y llegue a personas que de verdad lo necesiten.

Nuestro Carisma tiene mucho que ofrecer en nuestra época. Es un gran regalo de Dios a la iglesia y al mundo. Aquí ofrecemos nuestro granito de arena para que la persona recupere su dignidad, crea en sí misma y sus posibilidades. La Gloria de Dios es el hombre en pie. Hoy necesitamos que seamos más apostando por este sueño de Dios que nos lanza a la creatividad a co-crear haciendo de este mundo una casa con calor de hogar y vida para todos.

Hna. Leticia Chaves, JST

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