Transfigurados – II Domingo Cuaresma

Todos hemos experimentado momentos de luz: instantes en los que sentimos la alegría de saber que estamos en el camino cierto, la satisfacción interna de colaborar al bien común, el gozo de poder ser solidarios…

Son momentos que nos dejan llenos de esperanza y de fuerza para una buena temporada. Son aliento en la prueba, inspiración, ánimo, motivación. Son instantes que nos fortalecen y animan en la fe. Son como reconstituyentes, vitaminas para el alma. Son nuestras experiencias de transfiguración. En ellas podemos vislumbrar algo de la experiencia que tuvo Jesús en su Transfiguración. Nos llevan cerca de lo que pudo sentir Jesús.

 

Podemos como El, vivir la oración como momento de gloria que hace brillar todo lo demás. Podemos encontrar en ella el sentido para verlo todo con ojos nuevos. En esta cuaresma dejémonos transfigurar, como Jesús. Es como la antesala de su Pasión. Como un manantial de donde recoge y se llena de fuerza para después atravesar las sombras y la muerte.

En este texto evangélico aparece el Padre como aval de Jesús, el que garantiza sus Palabras, el que da crédito a todo lo que dice su Hijo. Se da en este pasaje la mejor invitación a ponernos a la escucha: “Escuchadle”.

Ver a Jesús así de radiante es un estímulo para animarnos a orar. Es nuestra inspiración. Es nuestra fuerza para entrar en las horas más difíciles.

Hna. Mª Jesús Garrido, JST