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Echa las redes – V Domingo. Ciclo C

te hare pescador de hombres- jst

Domingo 5? del tiempo Ordinario.Lc.5,1-11

Tenemos el pack completo en el evangelio de este domingo: predicación, milagro, conversión y seguimiento. Si nos colocamos en la piel de Pedro quizás entendamos mejor cuáles son los mecanismos interiores que desata Jesús y desencadenan en su seguimiento. Jesús aparece en escena. Mucha gente le sigue porque quiere escucharle, porque dice las cosas de otro modo… y utiliza como púlpito la barca de estos pescadores que están recogiendo los aparejos después de un día infructuoso.

Ellos también oyen el mensaje del Reino, pero su lección se completará cuando muevan las barcas de puerto. Muchos son los que oyen la Palabra, pero no es suficiente: hay que pasarla por el corazón y la vida. Eso se hace mar adentro, en lo profundo, en la riqueza y miseria de cada uno. Y la miseria de estos trabajadores era no haber conseguido nada después de mucho esfuerzo y mucha noche… y aquí viene la primera palabra que cambia la vida: no la que sale de nuestra fuerzas, sino de la invitación a confiar en el Otro y en la “inoportunidad” de Dios : “ echa las redes”.

El primer paso de la conversión de Pedro, y con él el de cada uno de nosotros, se resume en esta frase: “en tu nombre echaré la redes”. Esto traducido al lenguaje de hoy serían: “ mira que no lo tengo muy claro, ya nos ha ido mal antes, yo no confío pero si tú lo dices… eso sí, si sale mal es tu culpa… Ya te avisé).

Cuando nos dejamos interpelar por Dios, no tenemos nada que temer. La vida se llena de sorpresas y de abundancia; no tenemos más que mirarnos las manos y reconocer que si no es por el Señor, ese milagro no se hubiese obrado; que si no es por él, mi familia, mi trabajo, mi misión, mi persona no sería tan abundante, no podría darla a manos llenas.

Ante este derroche de gracia solo podemos decir cómo Pedro: ¡perdóname por haber dudado y por fiarme solo de mi; perdóname por oír solo tu palabra y no dejar que cale hondo; perdóname por vivir desde la superficie, por no vivir desde tu amor! Llegados a tierra, después de esta experiencia de conversión a Cristo que se vive también en comunión, el paso a dar es claro: sin temor o dudas, le seguimos porque él nos llama, nos reorienta, nos sintoniza el corazón-cabeza-manos.

Nos hace pescadores de hombres, anunciadores de su Buena Nueva, constructores de un mundo más Justo; pregoneros del amor y la alegría de este Dios Uno y Trinidad que se entrega sin medidas a todos los hombres que le buscan y anhelan Palabras de Vida y Salvación.

JST

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