¿Cómo se vive una Navidad en la sombra, sin ser protagonista, ocupando siempre un segundo plano al que apenas alguien presta atención?
Podemos adivinar, sin temor a equivocarnos, que el papel que jugó José en la primera Navidad de la Historia fue esencial. Y sin embargo, poco nos dicen de él los llamados evangelios de la infancia, Mateo y Lucas.
La humildad de este artesano que se sumó al proyecto de Dios de darnos Vida en abundancia, se impuso por encima de toda lógica humana, de cualquier afán de protagonismo, del menor atisbo de sobresalir o aparentar. De esta virtud de la humildad que encarna de maravilla San José, nos habla Padre Eladio. Nos invita a que forme parte de nuestra vida, en todos los tiempos, y de manera especial en Navidad, cuando contemplamos la humildad de un Dios que se hace Niño, de una mujer que se hace esclava y de un hombre que se hace modelo de sencillez y discreción.
“No consiste la verdadera humildad en creer que nada es, nada tiene, ni nada vale una persona, sino en que la persona crea que lo nada o poco que es, tiene y vale, no lo es, tiene y vale, por su propio mérito y virtud, sino por virtud y gracia de Dios, dador de todo bien.”
“La verdadera humildad es un alto conocimiento tranquilo y pacífico de nuestra propia miseria, de nuestra propia nada”.
“Aprendamos la lección de ser mansos y humildes de corazón para sentirnos llenos del Divino Amor”.
“El verdadero humilde dice siempre la verdad y cuantos bienes tiene, de naturaleza y de gracia, a Dios solo los refiere”.
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