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La Palabra de este domingo nos invita a ser testigos de la luz como Juan. El testigo creíble vive lo que proclama, anuncia con su vida el mensaje que quiere dar a conocer.

Para ser testigos de la luz es necesario iluminar la propia vida, nuestras sombras, la parte negativa que no nos gusta y que queremos ocultar. La buena noticia es que Dios nos acoge como somos y nos invita a aceptar a los demás como son.

Seremos luz en la medida en que pongamos nuestro foco en las semillas de Reino que ya se vislumbran: verdad, bondad, justicia, acogida… Seremos luz cuando nuestras palabras despierten la luz en los rostros y no desencadenen reacciones defensivas. Seremos luz cuando aceptemos y comprendamos de corazón las situaciones por las que pasa cualquier ser humano que se cruza en nuestra vida.

Juan, modelo de verdad y de humildad, nos invita a ser cauces de mediación, facilitadores de experiencias, evitando atribuirnos méritos y medallas que no nos corresponden: “Hay otro que viene después de mí”. Vivir desde la humildad nos ayuda a ser creíbles y a despertar en los demás el camino que llega hasta la verdadera luz que es Cristo.

Hna. Mercedes Conde

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