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Jesús tiene predilección por lo insignificante, por lo pequeño, por lo sencillo, por lo marginal, por lo descartado por el mundo. Nos vamos a fijar en algunos personajes que aparecen en el Evangelio de Lucas, son personajes secundarios, ni si quiera se menciona su nombre, sin embargo su encuentro con el Señor va a transformar sus vidas y nos van a dejar enseñanzas importantes para nuestro seguimiento.

 

Algunos de estos personajes son:

  • Los pastores
  • La suegra de Simón
  • El paralítico del Tejado
  • El Centurión
  • El Hijo único de la mujer viuda
  • La mujer pecadora perdonada
  • El endemoniado de Gerasa.
  • La mujer encorvada
  • El ciego de Jericó

  • La importancia de leer los acontecimientos cotidianos en clave de providencia. Todo lo que ocurre en el devenir de nuestro día y de nuestra historia tiene un sentido, es voluntad de Padre.
  • La fe y la conversión acontecen en lo pequeño, en lo particular, en el encuentro personal e íntimo. Se nos invita a cuidar esos espacios de intimidad con el Señor de nuestra vida.
  • El encuentro con Jesús nos devuelve a nuestra vocación original: el servicio, la entrega de la propia vida, en definitiva a participar de la misma misión de Cristo.
  • El amor auténtico al Señor nos convierte en audaces y valientes.
  • Dios perdona, y lo hace primero, adelantándose con su gracia. Su perdón acontece siempre y nos lanza al mundo, a los hermanos, a las personas con las que compartimos el día a día, a ser manifestación de la gracia recibida y a vivirlo derrochando gestos de amor.
  • El encuentro con el Señor de nuestra vida nos lanza a la misión. Si no llevamos a Jesús a otros estamos siendo infieles a nuestra vocación.
  • No hay peor pecado que la idolatría: quitar a Dios de su lugar para que lo ocupe un ídolo.
  • Si cuando al llevar a cabo las tareas que nos han sido encomendadas se instala en nuestro corazón la rutina, el aburrimiento y la resignación estaremos siendo infieles a la llamada del Señor. En estos momentos nos toca ser imitadores de Cristo y pedirla fuerza del Espíritu para contemplar cada momento con ojos nuevos, mirar como Dios mira para llegar a amar como Dios ama.
  • No es necesario comprenderlo todo; no hace falta estar de acuerdo con toda norma o toda costumbre ni es preciso ser uno mismo la fuente o la inspiración de lo mandado. Basta la humildad de saber que a través de la comunidad habla el Espíritu de Dios cuando esta se abre su inspiración.

Hna. Mercedes Conde Muro

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