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Superación en tiempos difíciles

Este tiempo tan inimaginable que nos está tocando vivir ha podido ser precipitante en nuestra vida de algunos sentimientos, ideas o actitudes que no nos ayudan a superar la adversidad. Quizás te identifiques con alguno de ellos:

 

  • MIEDO.Al contagio, a contraer la enfermedad, a perder a un ser querido… lista interminable de miedos…
  • DECEPCION / FRUSTRACIÓN. Al no poder conseguir las metas y proyectos con los que soñábamos, viajes, encuentros,…
  • APATÍA / DEJADEZ. La ausencia de incentivos a corto plazo frena la motivación para trabajar de manera ilusionante.
  • TRISTEZA. Cuando se fijan las metas de la alegría y la felicidad fuera de uno mismo, y el entorno se vuelve hostil, aparece en nosotros sentimientos de tristeza al no poder manejar la situación como quiere nuestro ego.
  • SENSACIÓN DE AGOBIO. Compartir demasiado tiempo con las mismas personas, aunque sean de nuestra familia, genera roces, desencuentros, decepciones, etc.
  • HÁBITOS NEGATIVOS. Dependencias, adicciones, hiperconectividad, enganche al móvil y en general a las redes; todo ello deja un poso de falta de libertad.
  • PEREZA. Dejarse arrastrar por la fácil, por lo que no supone ningún esfuerzo, por no salir de la zona de confort da lugar a una sensación de hastío y aburrimiento que detiene la ilusión.
  • RUMIACIONES / OBSESIONES. Pensamientos negativos recurrentes que se transforman en emociones negativas que a su vez desencadenan acciones inapropiadas: crítica, envidia, ira…

¿Qué hacer para superar estos estados vitales que nos restan paz, serenidad, bienestar, felicidad? Algunas pautas que funcionan para muchas personas son las siguientes:

 Alimentación sana, ejercicio físico y descanso suficiente. Es impresionante la interrelación que hay entre el bienestar del cuerpo y los estados metales y emocionales.
   Comenzar cada día visualizando una meta personal, social y laboral / educativa.
  Vivir con foco, centrados en el presente, en lo que nos toca hacer en cada momento, poner toda nuestra energía, fuerza y sabiduría en cada tarea que emprendamos, sin distracciones. La satisfacción que se siente en este estado es maravillosa y la calidad de la tarea aumenta sin dudarlo.
 

Vivir desde la empatía, la ayuda, la colaboración, el servicio, pensar en las necesidades de los demás. Salir de nuestras preocupaciones, de nuestros deseos, de nuestra realización personal y pensar más en el otro, libera y curiosamente plenifica. Entregar un poco de tu vida la hace fecunda, extensiva, radiante.

 

Agradecer cada día lo que tenemos, lo que nos pasa, los pequeños detalles de los demás. La actitud de agradecimiento te saca de la exigencia, de esperar siempre que sean los demás quienes hagan realidad tus deseos.

 

 

En este sentido es fundamental no esperar nada de nadie, no querer ser el Director General del Mundo, no intentar cambiar a los demás, no esperar que mi felicidad se concrete cuando cambien las cosas, las personas, los acontecimientos… todo está en ti. 

 

 

 

 

 Entrenar hábitos de responsabilidad para que se vaya fortaleciendo la conducta responsable: lectura, trabajo escolar, estudio, ayuda en casa…
 

 Disculpar y comprender los fallos de los demás o las reacciones que proceden de sus propias tensiones. No entrar en conflicto a la mínima. Por encima de todo buscar la paz y preferir ser feliz a tener razón.

 

   Perdonar inmediatamente cualquier ofensa sin recrearse en la herida, sin profundizar en el hecho doloroso una y otra vez. Perdonar a los demás es conseguir tu propia paz y serenidad.
 Ser conscientes de que nuestros problemas, tristezas, angustias… no responden a situaciones, personas o circunstancias, responden a cómo nosotros reaccionamos ante ellas. No me afecta lo que sucede a mi alrededor, sino lo que yo me digo acerca de lo que sucede. El poder del pensamiento es increíble. Si estoy todo el tiempo “terribilizando” sobre mi situación, esta se convertirá en un infierno. Si cojo las riendas de la misma e intento desplegar todos mis valores y cualidades, los sueños se irán haciendo realidad o al menos, la sensación de paz y serenidad hará que tu vida sea mucho más feliz y con sentido.

Hna. Mercedes Conde Muro, JST

 

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